Foros de Discusión de MSW
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Un ejemplo del impacto de la tecnología en uno de los siguientes: la salud, la agricultura, la industria (en general), o los servicios.
Quote from Deleted user on October 7, 2023, 8:59 pmArtículo: Cárdenas Krenz, R. (2021). ¿Jueces robots? Inteligencia artificial y derecho. Revista
Justicia y Derecho, 4(2), pp. 1-10. https://doi.org/10.32457/rjyd.v4i2.1345
Ideas principales:
El autor comienza el artículo mencionando varios prototipos de “robots humanoides” (Krenz, 2021, p. 2) que se han creado para asistir a las personas en distintas funciones o tareas. Menciona algunos ejemplos existentes como: astronautas, recepcionistas “chatbots”, “peces robots”, policías robots, meseros robots y cocineros robots, por la cual considera que hace falta legislación para atender situaciones que surgen como consecuencia del uso de estos robots en la sociedad. Surgen interrogantes sobre nuevas modalidades de su uso y la necesidad sobre la aplicación de leyes que regulen esta nueva tendencia “para prevenir el uso desregulado de este tipo de robots” (Krenz, 2021, p. 2) y sus usos polémicos por las personas. En el caso del escenario legal también la tecnología, a través de la inteligencia artificial, ha llegado para facilitarle la búsqueda de información necesaria a los abogados para exponer y resolver casos. Según nos dice el autor, la aplicación de esta tecnología ha sido eficiente prediciendo resultados de casos legales, respondiendo preguntas jurídicas y hasta establecer fianzas a personas acusadas. Dado a su integración exitosa en procesos jurídicos, Krenz (2021), establece la pregunta ¿si podría llegar el día en el que los robots se conviertan en jueces? para tomar decisiones judiciales utilizando “roboabogados” para impartir “robo-iustitia” (p. 3). Actualmente en diferentes países se trabaja en prototipos de inteligencia artificial que actúen como jueces para asistir con tareas mecánicas, brindar orientación legal y resolver casos sencillos. Según Krenz, parte de las ventajas que ofrecen serían minimizar la corrupción y las influencias indebidas a los jueces para resolver casos. Otra pregunta que surge va enfocada en la inteligencia y la capacidad de discernir de una máquina, porque “Tienen ciencia (y mucha), pero no conciencia” (Krenz, 2021, p. 4) para llegar a conclusiones más allá de las programadas por el mismo ser humano a través del almacenaje en un servidor. El autor expone que, en lugar de hablar de robots para sustituir a la rama judicial, se deben integrar para facilitar la tarea utilizando su acceso a gran cantidad de información organizada de forma rápida para agilizar procesos y producir material de apoyo para trabajar los casos. La lectura menciona varios ejemplos de inteligencia artificial que tienen varios países como Prometea, Siarelis y Pretoria, que actualmente son utilizados como consultores para clasificar, analizar, predecir y resumir, que sirven de apoyo en la toma de decisiones judiciales. Entonces, en la lectura se exponen nuevas dudas sobre ¿quién será el encargado de programar de forma objetiva y justa a las máquinas?, ¿qué información y conceptos se le proveerá para que funcionen de forma ética? y ¿Dónde quedarían los sesgos y prejuicios del programador? Finalmente, nuestra preocupación principal no debe ser que “los robots actúen como personas, más quizás deberíamos preocuparnos más el hecho de que las personas actúen cada vez más mecánicamente como fríos e insensibles robots” (Krenz, 2021, p. 9), el futuro nos dirá.
Análisis crítico:
Ciertamente todas estas tendencias y avances tecnológicos son parte de una búsqueda del ser humano para mejorar su calidad de vida y simplificarla. A través del tiempo, diferentes escenarios han aceptado el reto y han integrado la tecnología como un medio para mejorar o agilizar sus procesos como la salud, la educación e inclusive la rama judicial. Podemos observar que avances como la inteligencia artificial, han llevado al ser humano a realizar tareas con herramientas mecánicas para simplificarse, pero todavía no es capaz de reproducir mecánicamente la sensibilidad y la capacidad de empatía inherentes de un ser humano para la toma de decisiones. Como es el caso que nos presenta el artículo de los escenarios judiciales, donde el concepto de justicia no puede ser programado de forma mecánica, ni delegado a un robot, requiere de un ser humano para entenderla, practicarla y llegar a conclusiones para adjudicarla. La justicia debe cobijar a todos de forma imparcial y sin prejuicios, y aunque pudiéramos pensar que la tecnología pudiera resolver este problema y ser objetiva, muchas veces está sesgada, dado que su programación es realizada por los seres humanos que influyen sobre ella. Podemos ver el caso que nos muestra el autor, donde el prejuicio y el discrimen de una programación realizada para analizar probabilidades de reincidencia delictiva, otorgaba el porcentaje más alto a personas de bajos recursos y de la raza negra. Solemos echarle la culpa al mensajero que no tiene la culpa del mensaje enviado, al igual que dirigimos la responsabilidad hacia las herramientas tecnológicas que utilizamos como el medio de mensajería, que no tienen la culpa de la influencia controversial que pretende llevar el mensaje programado.
Como señala Krenz “para que un robot administre justicia debe tener una idea de la justicia” (p. 7) además de la capacidad de razonarla, para entenderla y aplicarla, conductas que son inherentes del ser humano y no son programables. Entonces, nos preguntamos al igual que el autor ¿Cómo programamos justicia? ¿Qué parámetros tendríamos que seguir para programarla?, ¿Quién puede hacerlo? y ¿Podría un robot impartir justicia? Tal y como nos dice Krenz “Un juez no es (no debe ser) un mero aplicador de leyes” (2021, p. 5), por lo que me cuestiono, qué pasaría en el caso de los precedentes jurídicos, como podría manejarlo la inteligencia artificial si no existe información previa para consultar y deliberar. Podríamos repetir antiguos errores en deliberaciones documentadas que, gracias a sesgos de algunos en el poder judicial, se permitieron y que los robots serían incapaces de razonar para evitarlos. Luego del análisis, me surge la inquietud en nuestro afán de imitar al ser humano, ¿Delegaríamos el asesoramiento como punto de partida a la inteligencia artificial? o ¿Podemos delegar la justicia a una máquina?
Artículo: Cárdenas Krenz, R. (2021). ¿Jueces robots? Inteligencia artificial y derecho. Revista
Justicia y Derecho, 4(2), pp. 1-10. https://doi.org/10.32457/rjyd.v4i2.1345
Ideas principales:
El autor comienza el artículo mencionando varios prototipos de “robots humanoides” (Krenz, 2021, p. 2) que se han creado para asistir a las personas en distintas funciones o tareas. Menciona algunos ejemplos existentes como: astronautas, recepcionistas “chatbots”, “peces robots”, policías robots, meseros robots y cocineros robots, por la cual considera que hace falta legislación para atender situaciones que surgen como consecuencia del uso de estos robots en la sociedad. Surgen interrogantes sobre nuevas modalidades de su uso y la necesidad sobre la aplicación de leyes que regulen esta nueva tendencia “para prevenir el uso desregulado de este tipo de robots” (Krenz, 2021, p. 2) y sus usos polémicos por las personas. En el caso del escenario legal también la tecnología, a través de la inteligencia artificial, ha llegado para facilitarle la búsqueda de información necesaria a los abogados para exponer y resolver casos. Según nos dice el autor, la aplicación de esta tecnología ha sido eficiente prediciendo resultados de casos legales, respondiendo preguntas jurídicas y hasta establecer fianzas a personas acusadas. Dado a su integración exitosa en procesos jurídicos, Krenz (2021), establece la pregunta ¿si podría llegar el día en el que los robots se conviertan en jueces? para tomar decisiones judiciales utilizando “roboabogados” para impartir “robo-iustitia” (p. 3). Actualmente en diferentes países se trabaja en prototipos de inteligencia artificial que actúen como jueces para asistir con tareas mecánicas, brindar orientación legal y resolver casos sencillos. Según Krenz, parte de las ventajas que ofrecen serían minimizar la corrupción y las influencias indebidas a los jueces para resolver casos. Otra pregunta que surge va enfocada en la inteligencia y la capacidad de discernir de una máquina, porque “Tienen ciencia (y mucha), pero no conciencia” (Krenz, 2021, p. 4) para llegar a conclusiones más allá de las programadas por el mismo ser humano a través del almacenaje en un servidor. El autor expone que, en lugar de hablar de robots para sustituir a la rama judicial, se deben integrar para facilitar la tarea utilizando su acceso a gran cantidad de información organizada de forma rápida para agilizar procesos y producir material de apoyo para trabajar los casos. La lectura menciona varios ejemplos de inteligencia artificial que tienen varios países como Prometea, Siarelis y Pretoria, que actualmente son utilizados como consultores para clasificar, analizar, predecir y resumir, que sirven de apoyo en la toma de decisiones judiciales. Entonces, en la lectura se exponen nuevas dudas sobre ¿quién será el encargado de programar de forma objetiva y justa a las máquinas?, ¿qué información y conceptos se le proveerá para que funcionen de forma ética? y ¿Dónde quedarían los sesgos y prejuicios del programador? Finalmente, nuestra preocupación principal no debe ser que “los robots actúen como personas, más quizás deberíamos preocuparnos más el hecho de que las personas actúen cada vez más mecánicamente como fríos e insensibles robots” (Krenz, 2021, p. 9), el futuro nos dirá.
Análisis crítico:
Ciertamente todas estas tendencias y avances tecnológicos son parte de una búsqueda del ser humano para mejorar su calidad de vida y simplificarla. A través del tiempo, diferentes escenarios han aceptado el reto y han integrado la tecnología como un medio para mejorar o agilizar sus procesos como la salud, la educación e inclusive la rama judicial. Podemos observar que avances como la inteligencia artificial, han llevado al ser humano a realizar tareas con herramientas mecánicas para simplificarse, pero todavía no es capaz de reproducir mecánicamente la sensibilidad y la capacidad de empatía inherentes de un ser humano para la toma de decisiones. Como es el caso que nos presenta el artículo de los escenarios judiciales, donde el concepto de justicia no puede ser programado de forma mecánica, ni delegado a un robot, requiere de un ser humano para entenderla, practicarla y llegar a conclusiones para adjudicarla. La justicia debe cobijar a todos de forma imparcial y sin prejuicios, y aunque pudiéramos pensar que la tecnología pudiera resolver este problema y ser objetiva, muchas veces está sesgada, dado que su programación es realizada por los seres humanos que influyen sobre ella. Podemos ver el caso que nos muestra el autor, donde el prejuicio y el discrimen de una programación realizada para analizar probabilidades de reincidencia delictiva, otorgaba el porcentaje más alto a personas de bajos recursos y de la raza negra. Solemos echarle la culpa al mensajero que no tiene la culpa del mensaje enviado, al igual que dirigimos la responsabilidad hacia las herramientas tecnológicas que utilizamos como el medio de mensajería, que no tienen la culpa de la influencia controversial que pretende llevar el mensaje programado.
Como señala Krenz “para que un robot administre justicia debe tener una idea de la justicia” (p. 7) además de la capacidad de razonarla, para entenderla y aplicarla, conductas que son inherentes del ser humano y no son programables. Entonces, nos preguntamos al igual que el autor ¿Cómo programamos justicia? ¿Qué parámetros tendríamos que seguir para programarla?, ¿Quién puede hacerlo? y ¿Podría un robot impartir justicia? Tal y como nos dice Krenz “Un juez no es (no debe ser) un mero aplicador de leyes” (2021, p. 5), por lo que me cuestiono, qué pasaría en el caso de los precedentes jurídicos, como podría manejarlo la inteligencia artificial si no existe información previa para consultar y deliberar. Podríamos repetir antiguos errores en deliberaciones documentadas que, gracias a sesgos de algunos en el poder judicial, se permitieron y que los robots serían incapaces de razonar para evitarlos. Luego del análisis, me surge la inquietud en nuestro afán de imitar al ser humano, ¿Delegaríamos el asesoramiento como punto de partida a la inteligencia artificial? o ¿Podemos delegar la justicia a una máquina?