Capitulo 1: Planificación
INTRODUCCIÓN
Tomado de:
Roger A. Kaufman, R.A. (1975). Planificación de los Sistemas Educativos. Editar Trillas
Es esta una obra para educadores que trata de un proceso y una manera de pensar que pueden contribuir a crear resultados educativos que los profesionales competentes, han buscado durante muchos años. Este proceso tiene como finalidad contribuir a alcanzar dignidad humana donde no existe e incrementarla donde su presencia es solamente parcial.
Considera individualmente a cada alumno como centro del aprendizaje y toma como punto de partida la condición en que se halla al iniciarse la instrucción. Es un buen método que asegura que se mantengan en primer plano la originalidad e individualidad de cada persona, que sirven como referencia básica para la planificación educativa y sus realizaciones.
La clave del éxito en la educación radica en las personas y todos los procesos pueden ser buenos sólo en la medida en que lo sean las personas que los utilizan. Esperamos que los educadores tendrán en cuenta estas ideas útiles y valiosas.
Algunas definiciones
Uno de los aspectos más difíciles al ocuparse de una disciplina que puede ser nueva —como por ejemplo la planificación de sistemas educativos— es la terminología. Con frecuencia las palabras desconocidas pueden rechazarse por considerarse que forman parte de la “jerga”, de modo que la comunicación no puede llevarse verdaderamente a cabo.
Siempre que en este libro aparece por primera vez una palabra o un concepto, tratamos de definirlo operacionalmente de acuerdo con la manera en que se crea o se pueda determinar su existencia o inexistencia. La precisión es importante porque a menudo los educadores utilizan las mismas palabras con significados distintos, de modo que se interrumpe la comunicación. Para evitar esto, damos ciertas definiciones desde el principio.
Sistema: la suma total de partes que funcionan independiente o conjuntamente, para lograr ciertos resultados o productos, basados en necesidades.
Por ejemplo, una escuela puede ser un sistema (si tiene objetivos), un distrito escolar y un programa de instrucción pueden serlo también. De acuerdo con esta definición particular, si una entidad tiene organización y finalidades, puede ser un sistema. Ahora bien, ¿qué podemos hacer para asegurarnos de que un sistema sea humano y pertinente? Se recomienda un proceso denominado enfoque sistemático.
Enfoque sistemático: un proceso mediante el que se identifican necesidades, se seleccionan problemas, se determinan los requisitos para la solución de problemas, se escogen soluciones entre las alternativas, se obtienen y aplican métodos y medios, se evalúan los resultados y se efectúan las revisiones que requiera todo o parte del sistema, de modo que se eliminen las carencias.
El enfoque sistemático, como se emplea aquí, es un tipo de proceso lógico de solución de problemas que se aplica para identificar y resolver importantes problemas educativos; es crucial para la planificación de sistemas educativos (que puede denominarse, de manera quizá más acertada, planificación del éxito en la educación) y lo estudiaremos mucho más detalladamente en los capítulos que siguen.
La finalidad de este volumen es presentar instrumentos, conceptos y una manera asociativa de pensar que sean útiles para reconocer y solucionar problemas y necesidades de gran prioridad en la educación, en forma más ordenada, sistemática y objetiva que como lo hemos hecho previamente muchos de nosotros,
El enfoque sistemático es un instrumento y una manera de pensar. Ya hemos indicado que un enfoque sistemático es un instrumento de procesamiento para lograr de manera más efectiva y eficiente los resultados educativos que deseen, a la vez que un modo de pensar que subraya la determinación y solución de problemas. Utiliza una formulación, de técnicas lógicas de solución de problemas que sobre todo ha llegado a ser familiar y valiosa, aunque no exclusivamente, en las ciencias físicas y conductuales y en las comunicaciones humanas. Del mismo modo que las ciencias y la metodología científica son procesos, también lo son la planificación y el enfoque sistemático para abordar los procesos de la educación.
En consecuencia, los resultados (o productos} del proceso dependen de:
1. La validez de los datos que se utilizan para identificar y resolver problemas educativos, y
2. La objetividad del modo personal con que en la planificación se usa un enfoque sistemático y sus instrumentos afines.
El enfoque sistemático debe hacer que la educación resulte humana. Tiene una importancia vital para el éxito de la educación el que se considere y se preserve la individualidad de cada persona, en el diseño y la aplicación de cualquier proceso educativo funcional. La planificación y los elementos de un enfoque sistemático se centran en el estudiante y aseguran que se atiendan y mantengan las ambiciones, habilidades, dudas, esperanzas y aspiraciones de cada individuo.
Al principio puede parecer un poco extraño que se humanicen la precisión y la planificación; sin embargo, ésa puede ser nuestra mejor garantía de que no se haga entrar por la fuerza a los estudiantes dentro de ciertos moldes y categorías, ya sea por ignorancia o por falta de elementos adecuados para hacer que la educación brinde respuestas individuales.
En su libro Future Shock, Alvin Toffler (1970) afirma muy acertadamente:
“Al pretender que la planificación impongan valores al futuro, los adversarios de ella olvidan el hecho de que la falta de planificación también lo hace, a menudo con peores consecuencias.”
No hacer planes en absoluto o no planificar sobre la base de necesidades y características individuales definidas, equivale a exponerse a degradar a las personas, como también su felicidad, dignidad, potencial y habilidades. No obstante, un enfoque sistemático es solamente un proceso para identificar y resolver problemas educativos y solo puede ser funcional y válido en la medida en que lo requieran y permitan las personas que lo empleen.
Como lo afirma L. E. Shuck: “La planificación es simplemente un sustituto de la buena suerte.” Como instrumento para modificar y resolver problemas (definimos aquí la solución de problemas como el proceso de pasar de las condiciones presentes a otras que se desean), un enfoque sistemático puede resultar de utilidad para asegurar que las reformas tengan planificación y validez humanas.
ANATOMÍA DEL CAMBIO
Como educadores podemos ocupamos de las reformas de diversas maneras. Podemos ser simples espectadores o participar en ellas. Con demasiada frecuencia somos espectadores y nos dejamos llevar por condiciones que hacen que reaccionemos constantemente ante situaciones críticas o incluso que aplacemos todo hasta que otros decidan por nosotros.
En la actualidad, la mayoría de las dependencias educativas participan de las reformas, estudiantes y maestros están organizándose cada vez más en sus exigencias de cambios y muchos grupos de ciudadanos con intereses especiales ejercen presiones en pro y en contra de programas y procedimientos educativos.
A los educadores a menudo se les piden reformas como si un tema o un método especial fuese el único elemento importante de un programa educativo.
Actualmente es común ver que los códigos educativos se hacen cada vez más voluminosos e intrincados. Los legisladores están promulgando leyes relativas a las prácticas y procedimientos educativos a una velocidad tal que se hace necesario que la mayoría de los educadores se conviertan en especialistas en lectura rápida, en adivinos y en magos.
Los reformadores sociales ejercen presiones en pro de cambios en los planes de estudio y se observa una reacción similar aunque opuesta por parte de otros grupos que desean un regreso a los “buenos tiempos del pasado”. Estemos donde estemos en la educación, se ejercen presiones para que vayamos a otro lado.
Si nos limitamos a reaccionar ante las demandas de reforma, el resultado tenderá a ser cierto tipo de anarquía en el que trataremos de estar en todas partes al mismo tiempo, sin satisfacer, probablemente, a ninguno de nuestros clientes (o sea aquéllos a quienes tratamos de servir).
Por otra parte, una acción requiere finalidad, confianza y resultados. Cuando en lugar de reaccionar actuamos, nos hacemos responsables tanto de los procesos como de los productos educativos. La responsabilidad es nuestra; adquirimos un compromiso profesional.
Un enfoque sistemático educativo orientado a la acción, requiere que se realice una planificación formal y sistemática, lo mismo que diseños, aplicaciones, evaluaciones y revisiones. Se hacen constantes esfuerzos para que los estudiantes adquieran pertinencia y práctica a fin de que puedan sobrevivir y, del mejor modo posible, ser útiles a la sociedad cuando salgan de las instituciones docentes (Kaufman, Corrigan y Johnson, 1969). Cuando un enfoque sistemático es abierto, observable y conveniente, se empeña en identificar requisitos y necesidades primordiales, tratando de satisfacerlas de manera eficiente y eficaz.
Deja margen a los fracasos temporales, puesto que señala las condiciones para una revisión cuando los sistemas no logran satisfacer esas necesidades. La frase hecha de que el cambio es inevitable, sigue siendo apropiada. Lo crucial para los educadores parece ser si seremos los artífices o las víctimas de ese cambio.
Hay otro aspecto o característica de las reformas que los educadores debemos considerar puesto que parece amenazar virtualmente a todos. Beals (1968) lo señala muy bien: “…la innovación técnica que tarde o temprano no provoca resistencia es porque debe ser trivial”. Evidentemente todo cambio es una experiencia bastante dolorosa para muchas personas.
Cuando un educador decide reformar (o innovar), debe estar preparado a enfrentar resistencias de diversas fuentes: maestros, directores, alumnos e incluso miembros de la comunidad. Puesto que un enfoque sistemático es un proceso planificado de reforma, se pondrán en tela de juicio tanto el proceso como sus resultados.
Desgraciadamente, la amenaza del cambio es el precio inevitable para lograr pertinencia. Permanecer estático equivale a esperar la decadencia y la extinción evolutivas; reaccionar es arriesgarse a desperdiciar energía sin lograr relevancia, mientras que introducir innovaciones y actuar para incrementar nuestra responsabilidad hacia otras personas, es fomentar las críticas.
La reforma planificada es responsabilidad profesional y un enfoque sistemático ayudará a los educadores a darles las garantías y elementos para que planifiquen adecuadamente las reformas.
La acción tiene su mayor utilidad cuando se emplean datos valederos para predecir resultados prácticos y realistas. Un enfoque sistemático, que es lógico más que emocional, resulta difícil de “vender” a ciertos educadores y ciudadanos, ya que muchos de ellos tienen tendencia a operar sobre bases emocionales o de “necesidades intuidas”. Sin embargo, el progreso lo realizan individuos que, armados simplemente de una necesidad valedera y de un proceso útil, han entrado en acción produciendo cambios apropiados, “Busca una necesidad y satisfácela” ha sido un buen consejo dado desde hace tiempo a los jóvenes ciudadanos. Este enfoque de planificación proporciona un proceso para descubrir necesidades y el mejor modo de satisfacerlas.
La educación está sujeta a cambios y se muestra sensible a ellos. Constantemente se presentan y prueban nuevos métodos y técnicas educativas, aunque no siempre basados en las formas empíricas y de medición más razonables. De hecho, es frecuente acusar a los educadores de buscar panaceas sin otra guía que su esperanza y su fe.
En muchos círculos educativos parece que existe cierta tendencia a alejarse de la intuición pura en favor de la precisión, situando al estudiante en el centro de la planificación y de la acción (orientación del alumno). Este cambio no se observa solamente en el contenido de los planes de estudios, sino también en su diseño y complementación.
Una planificación realista comienza por identificar los resultados. La mejor planificación comienza por identificar necesidades. Una necesidad educativa se define como la discrepancia mensurable (o la distancia) entre los resultados actuales y los deseables o convenientes. Quizá haya varias formas de describir esta distancia, como por ejemplo: “la discrepancia mensurable entre «lo que es» y «lo que debe ser»”, o bien “la distancia mensurable entre «lo que es» y «lo que se requiere»”. La idea esencial es que para determinar una necesidad debemos identificar y documentar el hecho de que existe distancia entre dos resultados, el que se obtiene en la actualidad y el que debería obtenerse.
El establecimiento de las dos dimensiones polares de una necesidad debe hacerse de manera formal, procedimiento que se conoce como “evaluación de necesidades”. Nos ocuparemos de esta última en forma más detallada en el capítulo 3.
Al definir las necesidades como distancia entre dos resultados, es importante no incluir en la descripción de una necesidad ninguna solución ni método para pasar de un producto a otro. Al incluir una solución en la descripción de un requisito se reducen automáticamente las opciones para satisfacer la necesidad, de modo que disminuyen quizá las probabilidades de encontrar métodos nuevos, innovadores o creativos para salvar esa distancia.
Asimismo, cuando se incluye una solución en el enunciado de una necesidad se corre el riesgo de saltar de suposiciones no justificadas a conclusiones prematuras, ya que escoger una solución antes de identificar y aislar el problema puede hacer que no respondamos a las distancias y preocupaciones reales que existen en nuestro mundo educacional.
La evaluación de una necesidad proporciona datos para identificar y subsecuentemente eliminar necesidades primordiales de nuestro campo de interés. Las carencias, cuando se documentan, proporcionan información básica para el establecimiento de metas valederas, con el fin de aseguramos todavía más de que nuestro “producto” educativo es pertinente.
Al identificar los resultados (productos) necesarios y luego tornar decisiones respecto del “proceso” más eficiente y eficaz, evitamos la posibilidad de obtener soluciones que no satisfagan las necesidades reales. Puesto que la planificación proporciona un método para establecer esas necesidades y metas, contribuye a que tomemos decisiones sobre un “plano” de acción (o plan de realizaciones) a fin de dirigir nuestros esfuerzos y dinero hacia resultados satisfactorios.
No es raro que educadores y ciudadanos protesten diciendo: “ya sabemos cuáles son nuestros problemas, lo que «necesitamos» son soluciones”. Con frecuencia no puede decirse que den pruebas de muy buena percepción. Por lo común conocemos algunos síntomas de ciertos problemas; sin embargo, a menudo no tenemos conocimiento de la naturaleza exacta de cada problema.
Si tratamos de resolver problemas mal definidos, nos enfrentaremos a:
1) Un número infinito de soluciones posibles, y
2) Una situación en la que nos ocuparemos de los síntomas, sin resolver nunca el problema verdadero.
Un caso análogo sería un médico que recetara aspirina a un paciente con dolor de cabeza, para descubrir más tarde que el enfermo tenía un tumor cerebral.
Es importante no confundir los medios con los fines y darse cuenta de las relaciones y diferencias que existen entre los productos (resultados) y los procesos (métodos para lograr resultados).
La planificación y la decisión de planificar antes de entrar en acción, pueden evitar que los educadores tratemos de colocar la carreta delante de los bueyes al tomar decisiones relativas a cómo hacer algo, antes de saber qué debe hacerse. Asimismo, evitará que nos dediquemos simplemente alcanzar los síntomas (con éxitos marginales o quizá con fracasos).
¿En qué consiste la planificación? Un plan es un proyecto de lo que debe realizarse para alcanzar metas valederas y valiosas. Consta de los siguientes elementos:
Identificación y documentación de las necesidades.
Selección, entre las necesidades documentadas, de las que tengan suficiente prioridad para entrar en acción.
Especificación detallada de los resultados o realizaciones que deben lograrse para cada necesidad escogida.
Establecimiento de los requisitos para satisfacer cada necesidad, incluyendo especificaciones para eliminarla, mediante la solución del problema de que se trate,
Una secuencia de resultados deseables que satisfagan las necesidades identificadas.
Determinación de posibles alternativas de estrategias e instrumentos para llenar los requisitos precisos para satisfacer cada necesidad, incluyendo una lista de las ventajas y desventajas de cada conjunto de estrategias e instrumentos (o métodos y medios).
Así pues, la planificación se ocupa solamente de determinar qué debe hacerse, a fin de que posteriormente puedan tomarse decisiones prácticas para su implantación. La planificación es un proceso para determinar “adonde ir” y establecer los requisitos para llegar a ese punto de la manera más eficiente y eficaz posible.
LA EDUCACIÓN. UN PROCESO ADMINISTRATIVO
La educación tiene lugar en un contexto de valores (Rucker, 1969a). ¿Qué necesitan y esperan quienes participan en la educación? Por lo común, los sectores públicos asociados con la educación proporcionan fondos y recursos para que los educadores alcancen lo que consideran valioso. Sin que importe si los requisitos han sido o no bien definidos, el público considera a los educadores responsables de los resultados obtenidos y de la utilización de recursos. La educación se expresa a través de los productos (resultados) que se esperan del proceso.
El proceso educativo puede estar bien o mal administrado o caer en categorías situadas entre estos dos extremos. Puede concebirse un proceso general de la administración educacional de acuerdo con un modelo (Kaufman, 1968, 1969, 1970; Corrigan, 1969) que consta de los siguientes elementos:
Identificar el problema (basándose en las necesidades documentadas).
Determinar los requisitos de la solución y sus alternativas.
Seleccionar estrategias de solución (entre las alternativas).
Implantar las estrategias escogidas (para lograr los resultados requeridos).
Determinar la eficiencia de la realización.
Revisar, cuando sea necesario, cualquiera de las etapas del proceso.
Lo anterior es (o debe ser) un proceso continúo y en realidad comprende los subelementos de:
1) Identificación del problema, y
2) Solución del problema.
La identificación del problema es la principal preocupación de las etapas 1 y 2, mientras que su solución es la finalidad de las 3, 4 y 5 de la administración educacional. La sexta etapa se utiliza tanto en la identificación como en la solución de problemas. Al proceso de la administración educacional se le da también el nombre de enfoque sistemático.
Sencillamente, siempre que vaya a producirse una reforma educativa, será viable el proceso que acabamos de describir. Se trata de un círculo cerrado o de un proceso de autocorrección; cuando en algún momento no se satisfacen las necesidades dentro del proceso, se hacen necesarias las revisiones apropiadas. Por ende, en cada etapa se requiere determinar si el plan ha dado o no buenos resultados, tomándose decisiones con respecto a su continuación o revisión. Al planificar debemos identificar todos los elementos y los requisitos para lograr un cambio valedero, utilizando el proceso sugerido de administración de seis etapas.
El enfoque principal de este libro está en la identificación del problema y en los elementos, procedimientos y lógica de la evaluación de necesidades y análisis de sistemas. Se describen brevemente los aspectos “de realización” del enfoque integral sistemático síntesis de sistemas 1que solo se relacionan con la planificación. Así pues, hacemos hincapié en la determinación de lo que debe hacerse y en el dominio de los elementos de una planificación adecuada. Con esas habilidades y con la ayuda de numerosas y buenas referencias en este campo, el lector podrá planificar los aspectos necesarios “de realización” (o síntesis) de un enfoque sistemático.
RESUMEN
Un enfoque sistemático educativo, como proceso para la solución de problemas, parece encajar dentro de las necesidades de los educadores que desean resultados pertinentes y predecibles, orientados hacia los alumnos.
Es preciso dar la perspectiva a la relación entre el producto y el proceso (o bien, entre los fines y los medios), mediante un instrumento «le planificación asociado a cierta lógica, que exige la identificación de las / necesidades y problemas afines, antes de que se establezcan y seleccionen las soluciones.
La naturaleza de autocorrección del enfoque sistemático asegura mejor una base objetiva para el aprendizaje y su administración. Los educadores se están haciendo cada vez más lógicos y analíticos y está surgiendo un enfoque sistemático como valioso medio de procesamiento.
El proceso descrito aquí proporcionará a los educadores que tratan de realizar reformas valederas, sistemáticas y organizadas, la información necesaria para lograr nuevos éxitos educativos; además, les proporcionará una razón realista para cualquier cambio. En este proceso no se da automáticamente por sentado que todo lo que está ocurriendo es malo, ni se presupone que todo es bueno y útil, tampoco que todos los cambios propuestos sean potencialmente buenos.
Se trata de mantener lo que sea valioso y útil y, asimismo, identificar los campos en los que haya métodos y medios nuevos y adecuados que nos permitan llegar a todos los alumnos y, como lo sugirió Lessinger (1970), hacer “de cada niño un triunfador”.
GLOSARIO
Enfoque sistemático: proceso mediante el que se identifican necesidades, se seleccionan problemas, se determinan requisitos para la solución de problemas, se escogen soluciones entre las alternativas, se obtienen e implantan métodos y medios, se evalúan los resultados y se llevan a cabo las revisiones necesarias totales o parciales de los sistemas, a fin de eliminar necesidades.